Ritos y rituales

El Hanal pixan, amalgama de culturas y creencias

Por: Melissa González

Para un pueblo no hay posibilidad de futuro sin memoria del origen…

Para el pensamiento humano, darle explicación a la muerte es una constante que lo intriga desde los tiempos más remotos; su función terminal se convirtió en una esperanza de existir en un más allá, gracias a las cosmogonías elaboradas en las distintas épocas.

En cuanto a los mayas la concepción del tiempo era cíclico, noción fundamentada en el eterno movimiento de los cuerpos celestes. La vida humana, era engendrada con el regalo de los dioses, el fluido vital, la fuerza que condicionaba la conducta de cada hombre y las características de su vida futura: el Pixan -interpretado en nuestros días como el alma- era el elemento que viajaría al inframundo al sobrevenir la muerte física, la cual era recibida como un evento natural.

En la primera mitad del siglo XVI tuvo lugar el suceso que afectó dramáticamente a todas las culturas mesoamericanas: la Conquista. Las provincias mayas fueron sometidas y evangelizadas por los europeos a fuerza, pero a pesar de la severidad de sus métodos, las creencias nativas nunca desaparecieron y fueron mezclándose con las cristianas.

El mucbipollo o pib es un tamal grande cocido bajo tierra que se prepara durante la celebración del hanalpixan como ofrenda para las ánimas.
El mucbipollo o pib es un tamal grande cocido bajo tierra que se prepara durante la celebración del hanal pixan como ofrenda para las ánimas.
La sociedad resultante fue una amalgama de culturas, creencias, saberes y distintos colores de piel. Para el siglo XVIII, la manera en que los mayas concebían el mundo era un producto mestizo. La ideología de los conquistadores modificó ritos y cosmovisión; los conceptos sobre la muerte se transformaron al contacto con las ideas que imponían los vencedores.

Contrario a los mayas, los españoles creían en el concepto judeo-cristiano del tiempo lineal, el cual comenzaba con la Creación Divina, y a partir de ahí, todo se sucedía sin retorno ni repetición hasta la consumación de los tiempos con la segunda venida de Jesucristo y el Juicio Final.

La prolongación católica de la vida en el más allá coincidió con la maya, aunque se transformó sustancialmente. Los trece cielos y los nueve infiernos de la cosmovisión maya, se redujeron a dos: la Gloria y el Infierno. Junab K'uj se convirtió en Dios Padre, los cuatro Bacabes, en Jesucristo; y el dios de los viajeros, Ek' Chua, en el Espíritu Santo. Los sacrificios humanos fueron sustituidos por el de Jesucristo en la Cruz, cuya herida del costado fue interpretada como que los romanos le arrancaron el corazón en ofrecimiento a los dioses.

En épocas ancestrales, los nobles, los guerreros y los sacerdotes prestigiados eran incinerados y sus cenizas se depositaban en urnas de barro o bien se les cercenaba la cabeza para reverenciarla, la cual decoraban con piedras preciosas. Estos cráneos se custodiaban en los altares familiares que representaban el plano rectangular de la Tierra. En ellos se depositaban copal, agua, sal, fuego, miel, maíz, cacao, baálche', pozole, frutas, plumas, piedras preciosas, algodón y cera, ofrendas benditas para propiciar el feliz encuentro de los Pixanes con la Madre Tierra.

En esta nueva cosmogonía, todas las almas de los difuntos -exceptuando a los que iban al Infierno- regresaban en esencia a la Tierra una vez al año por un lapso de 8 días para permanecer con sus familiares y amigos, y se quedan todo el mes de noviembre en los alrededores. En cada casa se improvisaba un altar en el que se ponía una cruz verde, simbolizando el Ya'axche'; una vela encendida y jícaras de atole nuevo, así como otros elementos simbólicos que recordaban las viejas creencias.

El 2 de noviembre, los familiares visitan a los seres que han perdido, les llevan flores y ofrecen rezos en sus tumbas.
El 2 de noviembre, los familiares visitan a los seres que han perdido, les llevan flores y ofrecen rezos en sus tumbas.
La celebración consistía en agasajar con comida, bebida y rezos a las almas de los familiares y amigos fallecidos; el 31 de octubre a los niños, el 1 de noviembre a los adultos y el 2 de noviembre, día de Todos los Santos y de los Fieles Difuntos, asignado por la Iglesia Católica, se visita los panteones. Los muertos son despedidos a finales de noviembre y se forma un camino de luces con los cabos de las velas de los rezos realizados, para que encuentren su camino de regreso al lugar donde descansan.

En el Hanal Pixan reconocemos nuestras sólidas raíces mayas y todas las influencias culturales que lo matizan; el catolicismo híbrido que trajeron los españoles estaba influenciado por otras prácticas antiguas; la población africana esclavizada también trajo su equipaje de creencias que acabaron entretejiéndose con las de los mayas. Hoy en día es una manifestación cultural llena de matices, de costumbres enriquecidas con las importadas cuyo resultado es el enjambre de tradiciones que caracteriza a nuestra cultura popular.

REFERENCIAS

Valerio Buenfil, Teresa Ramayo y Juan Carlos Rodríguez. Hanal pixan: alimento de las ánimas. Recuperado de: http://www.mayas.uady.mx/articulos/pixan.html#ini

Ayuntamiento de Mérida. Fiesta tradicional, Hanal Pixan 2016. Recuperado de: http://www.merida.gob.mx/municipio/eventos/hanalpixan/hanalpixan.html

Camaal, R. (2016). Guion del recorrido temático Ceremonias y Rituales Mayas. Gran Museo del Mundo Maya de Mérida.

Muñoz, L. (1998, 3 de octubre) Hanal Pixan. Mérida, Yucatán, México.